Expresando Gustos y Disgustos

—Tienes que cuidar tus palabras y acciones frente a otras personas. Y si no te estoy pidiendo ayuda, no vayas de repente y me recojas así cuando intento arreglármelas por mi cuenta. No quiero que de repente me lleves en brazos frente a todos cuando no tengo lesiones visibles o no te lo pedí. Solo puedes hacerlo en caso de que sea una emergencia. Ni siquiera parecía pálida ni nada —regañó Arabella a su esposo.

—Pero no quiero verte sufrir —se defendió Fernando.

—De todos modos no era tan doloroso, así que no tienes que preocuparte. Solo fue un poco incómodo. Si hubiera dolido mucho, habría pedido que me trajeran el desayuno a mi habitación —aclaró Arabella.

—Puede que esta vez no haya sido tan doloroso, pero ¿y si realmente estuvieras sufriendo más dolor? —Fernando frunció el ceño.