Arabella dejó al padre y al hijo y ordenó que llevaran comida al cuarto de Dimo. El Duque se quedaría allí por la noche para escuchar la historia de su hijo y consolarlo.
Mientras tanto, Arabella se dirigió al comedor donde Fernando ya la estaba esperando.
—¿Cómo te fue? —preguntó Fernando a pesar de ya imaginárselo por la sonrisa en sus labios.
—Todo salió bien. Gracias por prestar a Alwin y permitir que Dimo se quedara —Arabella le dio un piquito en la mejilla a su esposo.
[Esto se siente tan bien.]
—Lo que sea por ti —respondió Fernando antes de capturar sus labios para darle un breve beso. Agradecidamente, ahora había aprendido a dar piquitos de vez en cuando.
[Ay, por favor, solo no dejes que ella te engañe a plena luz del día y luego montes en cólera en Estrella. Todavía puedo recordar cuántas barreras tuvimos que poner cada vez para que el daño no se extendiera a otras islas.] Alwin hizo una cara de fastidio al saber cómo este 'cualquier cosa' podría terminar.