Arabella se sentía agradecida de que su esposo quisiera ser honesto con ella a pesar de los riesgos de ser rechazado. Él estaba siendo sincero y no quería que ella aceptara sin saber a qué estaba accediendo.
Por lo tanto, quería responder de la misma manera y ser honesta con él también. Después de todo, ella realmente no era el tipo de alma pura que él pensaba tampoco.
—Fernando, sé que soy débil y tú eres fuerte. Pero hay otras formas de matar. Puedo planear tu muerte y dejarte morir sin tener que hacerlo yo misma. Y estás equivocado si piensas que soy una pura e inocente chica. He matado a personas. Tengo un montón de vidas en mis manos. No les apuñalé yo misma ni les corté el cuello pero es mi culpa que murieron. Planee su muerte así que es lo mismo que si yo los hubiera matado. ¿Estás seguro de que aún quieres una esposa como yo?
—¿Por qué estoy diciendo todo esto? ¿Y si él cambia de opinión? —se preguntaba ella.