Después de otro día de reuniones y socialización, Arabella estaba ocupada trabajando en algunos documentos en su estudio.
Ya estaba acostumbrada a trabajar así por su experiencia como emperatriz durante veintidós años.
Más bien, ya se había convertido en parte de su rutina diaria, tanto que sentía que era una holgazana cuando no hacía nada.
Una vez terminó su trabajo, comenzó a escribir respuestas a las cartas que le enviaban.
Era importante responder las cartas ella misma.
Comprendía ahora cuánto importaba eso.
Para sus constituyentes, responder las cartas personalmente demostraba una forma de dedicación a su posición como Emperatriz de Valeria.
Asimismo, era una manera de mostrar respeto y buena voluntad hacia los que le escribían.
También era porque quería construir una buena relación con los Valerianos desde el principio.
Había cartas de todos los ducados y territorios de Valeria, especialmente de aquellos de donde provenían sus asistentes.