—¿Estás seguro de que no estás enojada conmigo? —preguntó Fernando.
Ella pensó que él estaría molesto con ella, ya que aunque fue involuntario, lo había ignorado por una hora.
Y sin embargo, ahí estaba él, preguntando si ella estaba enfadada con él en lugar de lo contrario.
«Me pasó por la mente. Que ella no se diera cuenta de mí en absoluto, tuve que preguntarme si hice algo sin darme cuenta que la hizo enfadarse, por lo que me estaba ignorando. Como cuando ni siquiera quiso hablar conmigo cuando la hice sentir celosa la última vez».
—Él pensó que lo estaba haciendo a propósito —Arabella lloró internamente.
—No lo estoy. ¿Por qué estaría enfadada? Te juro que estaba concentrada en el trabajo. No quise ignorarte así —intentó convencerlo Arabella.
—¿Entonces simplemente no me notaste todo este tiempo? —preguntó, y Arabella se encogió.
Era la verdad. Pero ahora que lo escuchaba, sonaba tan cruel.
—S-sí —se sentía tan mal al respecto.