Tampoco estoy satisfecho aún.

Hizo que Fernando frunciera el ceño ya que Arabella usualmente no podía evitar que sus gemidos se escaparan cuando él hacía eso.

Que no reaccionara en absoluto no le daba ninguna sensación de satisfacción al hacerlo. No le gustaba. Quería que ella gimiera y respirara desigualmente al tacto de él.

«¿Es por eso?» Se dio cuenta de por qué estaba actuando así.

—Está bien. Está bien. Pierdo. Te curé para poder hacerlo de nuevo contigo —finalmente admitió Fernando—. Pero esa no era la única razón. No quería que estuvieras incómoda y con dolor mientras disfruto. Te habría curado independientemente de si lo hacemos de nuevo o no.

Arabella sonrió y lo abrazó.

—Lo sé. Sé que siempre estás preocupado por mí. Y estoy muy agradecida por eso. Pero también sé que no estás satisfecho con solo una vez, así que no finjas que lo estás. Siempre pasábamos horas haciendo cosas traviesas cuando estábamos en Medeus —señaló ella.