—Está bien. Probémoslo —Arabella estuvo de acuerdo, y Fernando sonrió de oreja a oreja.
—Entonces, sin más preámbulos, vámonos —Fernando la abrazó y simplemente los teletransportó al baño.
Arabella miró alrededor del baño. Todo lo que necesitaba ya estaba allí, ya que era su hora programada para bañarse.
De alguna manera, las necesidades de Fernando también estaban allí. Él ya había pedido a alguien que las llevara allí.
«¿Él planeó esto?»
—¿También has advertido a mis doncellas para que no entren al baño? —preguntó Arabella.
—Sí. No vendrán aquí. Y he cerrado las puertas con magia para que nadie pueda entrar —Fernando le aseguró.
Notó que ella estaba preocupada de que alguien pudiera entrar accidentalmente mientras se bañaban o hacían cosas.
—Entiendo —Arabella suspiró aliviada y comenzó a desatarse la ropa.
—Déjame hacerlo yo —dijo Fernando desde detrás de ella.