—¡Me tomaré un breve descanso! —exclamó entre risas—. ¡Creo que lo merezco!
Por millonésima vez, la imagen de Xiao Hua masajeando su cuerpo con aceite apareció en la cabeza de Yu Dong y por supuesto, lo enfrentó de la misma manera que lo había hecho por millonésima vez antes, se golpeó la cabeza contra la pared del bar y siguió golpeándose hasta que su mente se despejó y todo lo que pudo sentir fue el dolor palpitante del golpe que se había propinado ella misma.