—Xiao Hua la miraba, sabía que ella no le haría las cosas difíciles ni bromearía sobre que él parecía una manzana enrojecida, pero aún así estaba dudoso —dijo él suavemente—. Una vez confió en una mujer, dulce y encantadora como era ella también le dijo que era hermoso y amable. Ella era mayor que él y, por supuesto, una de esas mujeres que solo iban a la taberna para liberarse como cualquier otra mujer.
—Pero él tontamente pensó que era diferente porque ella lo alababa y le decía que era mucho mejor que los demás —continuó—, pero un día fue atrapado por la lluvia y por la falta de tratamiento contrajo neumonía.
—Día a día se volvía más débil y sin medicación alguna, no podía siquiera beber agua sin vomitarla toda de nuevo, se sentía enfermo y cansado, en aquel entonces no estaba tan obsesionado con su apariencia. Pensaba que era hermoso sin importar cómo se viera, pero entonces la mujer por la que había estado suspirando le dijo que era un tonto.