Salva a mi hijo

—La voz de Chen Mi estaba llena de preocupación —lo que hizo que Yu Dong, quien yacía en la cama, se levantara de inmediato. Ella no se preocupó por el dolor punzante en el costado de sus costillas, en cambio se deslizó de la cama y corrió hacia la sala de estar, ignorando el grito de sorpresa de Shen Li al hacerlo.

Yu Dong sabía que iba a recibir el regaño de su vida una vez que llegara a la sala de estar, pero como madre de un niño y esposa de Fang Chi, no podía quedarse tranquila en la habitación y dejar a sus esposos lidiar con este problema repentino que surgió de la nada.

—¿Qué está pasando? —preguntó en cuanto salió de su dormitorio, con una mano sujetándose las costillas en proceso de curación, miró a Fang Chi, quien se sujetaba el estómago con ambas manos pareciendo estar en mucho dolor. Verlo así la aterrorizó tanto que Yu Dong casi tropezó en su afán de acercarse a Fang Chi y ver qué le pasaba.