A la mañana siguiente, se despertaron. Iban a dejar el lugar.
Bai Xifeng se giró hacia el Tigre Escarlata. Luego, se volvió hacia Gryffindor.
—Dile que nos vamos. Ellos también deberían irse. Pídeles que se escondan en algún lugar donde los humanos no puedan encontrarlos —dijo Bai Xifeng.
Gryffindor transmitió el mensaje al Tigre Escarlata. Parecía que intercambiaron palabras.
—Maestro, ella quiere darte su cría —dijo Gryffindor.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿No amaba tanto a su cría que quería recuperarla? —preguntó Bai Xifeng.
—Ella dijo que su cría estaría en buenas manos si la dejaba contigo —dijo Gryffindor.
Bai Xifeng guardó silencio por un momento. Ya tenía una cría de tigre en su mano. No pensaba que aceptaría otra. Entonces, tuvo una idea.
—Pregúntale si está dispuesta a dejar que su cría siga a otro humano. Él es fuerte y todavía está creciendo. No creo que ella se decepcione —Bai Xifeng le preguntó a Gryffindor sobre su sugerencia.