—Pero sabes, el mercado mercenario es una mezcla de todo. Gente de todo tipo, algunos no tan amistosos. Un paso en falso y estás en problemas —continuó Ernesto.
—¿Has hecho enemigos? —preguntó Amalia.
—Claro —respondió Ernesto con una sonrisa burlona, como si ofender a otros fuera un honor—. Recaudar información a veces significa tocar un punto sensible. Si no fuera por Yolanda Yoder y el Abuelo Florentino, ya estaría muerto cientos de veces.
Mientras Ernesto hablaba con entusiasmo, parecía acostumbrado a este estilo de vida, pero Amalia permanecía lúcida, como un espejo reflejando sus palabras.
Amalia no terminaba de creer en las palabras de Ernesto.
Él compartía deliberadamente esta información para hacer que bajara la guardia, para dejarle saber sobre su relación con su tía y así no desconfiara tanto de él.
Afortunadamente, su tía había mencionado algo similar antes, o de lo contrario, basándose solamente en esto, Amalia definitivamente habría desconfiado de él.