—Tienes razón. Escuché que su madrina, la señora Miller, la adora como si fuera su propia hija. Y su estatus... una vez que llega al País S, hasta los altos funcionarios del gobierno probablemente la tratarían con el máximo respeto y se desvivirían por acomodarla. Así que, es probable que ella involucre a la señora Miller en esto —dijo Eric con frialdad—. Pero ya sean unos don nadies o nobleza, ¡ella no conseguirá lo que quiere!
—Ella se giró ligeramente, frotándose la baja espalda dolorida —Tienes razón, la señora Miller es su as bajo la manga. Pero, ¿por qué siento que no es tan simple?
—Estás pensando demasiado.