Después de que Ella y Eric se marcharon, Lauren finalmente entró en la habitación para revisar a Henry.
Entró silenciosamente, vertió un vaso de agua y se lo llevó a los labios de Henry. En estos días, ya no requería una sonda alimenticia y podía consumir comidas líquidas.
De repente, la mano de Lauren se congeló en el aire. Sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa mientras miraba el rostro de Henry.
Había inconfundibles rastros de lágrimas bajando por sus mejillas.
—¡Henry, tú... reaccionaste! ¡Estás consciente de algo! ¡Dios mío! —exclamó Lauren, su voz temblaba de emoción. Rápidamente dejó el vaso y agarró su teléfono de una mesa cercana. Antes de que Ella entrara en la habitación, Lauren había dejado discretamente su teléfono atrás, grabando todo.
Sabía que Henry sentía un profundo cariño por Ella, así que había grabado en secreto la visita de Ella. Era su forma de darle a Henry algo familiar que escuchar, con la esperanza de que lo consolara.