—No te pongas triste. Lo visitaremos nuevamente en unos días —dijo Lauren con una sonrisa animada, sus ojos rebosantes de alegría.
Para ella, incluso la mínima mejoría en la condición de Henry era motivo de celebración.
—Gracias, Lauren. Has sido una gran ayuda durante este tiempo —dijo Ella agradecida—. Si no fuera porque Lauren se quedó al lado de Henry, él habría estado aún más solo.
—¿Qué dices? ¡Me vas a hacer sonrojar! —Lauren exclamó riendo—. En esta ocasión, Ella y Eric se quedaron a cenar con ella.
Durante la comida, Lauren sacó a Henry en su silla de ruedas para que se uniera a ellos, alimentándolo mientras comían.
Ella también licuó un poco de carne y gachas hasta obtener una consistencia suave y se la pasó a Lauren.
El día transcurrió pacíficamente en la casa de Lauren. Ella pasó tiempo empujando la silla de ruedas de Henry al aire libre, con Eric acompañándola en silencio, paciente y sin quejarse.
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