Cuando la doctora aplicó presión firme en el abdomen de Ella, ella sintió un leve y sordo dolor. Sus hombros se tensaron mientras la nerviosidad se apoderaba de ella.
—Ya casi terminamos. No estés tan tensa—relájate un poco. ¡El bebé está estupendo!
Una partera cercana reconfortó suavemente a Ella, sujetando su mano y dándole una palmadita tranquilizadora.
Ella tomó una respiración profunda, pero su corazón seguía acelerándose. Podía sentir a la doctora alcanzando al bebé—¡su hijo estaba a punto de nacer!
El sudor frío se condensó en su frente. La partera, atenta y cuidadosa según las instrucciones de Eric, le secó el sudor.
En ese momento, Ella sintió al bebé siendo entregado.
—10:30 a.m., ¡un niño! ¡Aún hay otro! —anunció una doctora, alzando al recién nacido para que Ella pudiera verlo. El pequeñito soltó un fuerte llanto, su voz fuerte y penetrante.
—Sra. Nelson, mire—¿puede decir si es niño o niña?