La Única Pista

Eric se acercó y se sentó en silencio al lado de su esposa. Los ojos de Ella estaban desenfocados mientras ella se sentaba allí tranquilamente, sujetando el pequeño avión en sus manos y mirando fijamente al vacío.

Al pensar en cómo el pequeño Elias había estado jugando felizmente con el avión esa mañana, Ella sintió una ola de angustia. Su pecho se comprimió y sus ojos comenzaron a enrojecer nuevamente.

Eric le tomó suavemente la mano con una de las suyas, mientras que con la otra mano le alisaba su cabello despeinado.

Lucas, sentado cerca, no dijo nada. Se levantó en silencio y salió de la sala de estar para darles espacio.

Las pestañas de Ella aletearon, pareciendo las delicadas alas de una mariposa. La tenue iluminación en la sala de estar proyectaba suaves sombras en su rostro, creando formas de media luna bajo sus pestañas.