Aunque era algo cruel, el Dr. Scott ya se había convertido en un hombre obsesionado con la ciencia.
Para realizar sus locas ideas, había comenzado a prestar atención a Eric varios años atrás.
Sin embargo, después de que naciera el pequeño Elias, tanto él como el pequeño Dorian, a la edad de tres años, tomaron una prueba de inteligencia, que mostró resultados claramente superiores a los de otros niños genios.
Tanto el pequeño Elias como el pequeño Dorian tenían memorias excepcionales, casi fotográficas, y Taylor, la maestra en su escuela, era su informante.
El trabajo de Taylor consistía solo en pasar informes y observaciones al Dr. Scott. Sus acciones no eran técnicamente ilegales, pero si Eric se enterara, definitivamente no la perdonaría.
—Tío, ¿vas a alimentar a las palomas hoy? —preguntó Elias.