Aurora tenía una idea bastante aproximada de qué tipo de persona era Everett.
Siempre había mantenido distancia de las mujeres. Finalmente, cuando encontró una que le interesaba, naturalmente quería mantenerla cerca.
Desafortunadamente para él, ella no era el tipo de perseguir dinero o fama. Su única pasión era cantar.
Aurora lanzó la tarjeta dorada que tenía en la mano, haciéndola girar en el aire. No estaba segura si había un límite de gasto, pero sabía que ese tipo de tarjeta simbolizaba riqueza y poder.
Sin dudarlo, la arrojó a la basura.
¿Dinero? Ahora no le faltaba.
Aurora se sentó frente al espejo, mirando su reflejo—su cuerpo cubierto de moretones, marcas ambiguas persistiendo en su cuello.
Lágrimas silenciosas volvieron a correr por su rostro.
Varios días pasaron antes de que Aurora finalmente encendiera su teléfono. En el momento en que lo hizo, su representante llamó, informándole sobre un posible papel en la actuación.