Los ojos de Alexander ardían de furia, su corazón se había hecho añicos mil, no, un millón de veces. Jadeaba buscando aliento, su pecho se agitaba con ira mientras miraba fijamente a la mujer que más amaba.
No podía superarlo. La mujer que él había atesorado había conspirado para llegar a la cama de otro hombre.
No lo podía soportar —especialmente porque ese hombre era más guapo, más rico y tenía más poder que él.
La dignidad de un hombre no es algo para pisotear. Y en su corazón, Aurora había aplastado no solo su orgullo sino también su inteligencia.
Los labios de Aurora temblaban mientras las lágrimas silenciosas recorrían sus mejillas. Así que, en sus ojos… ¿era ella ese tipo de mujer?
—¡Alexander! ¿De verdad no sabes qué tipo de persona soy? ¿Por qué no me crees? Después de todo... Estuve en la misma habitación con Everett antes, y él nunca me tocó. Incluso tiene un caso severo de ginofobia. Pensé que me estaba buscando por algo urgente, así que