En un momento como este, todos solo querían sobrevivir. Además, Aurora tenía a Everett protegiéndola, así que Dominic tampoco estaba preocupado por ella.
Y la verdad, la gente estaba demasiado asustada como para hacer otra cosa que no fuera correr. Solo esperaban que los que comenzaron a disparar no los alcanzaran.
Aurora estaba demasiado asustada para siquiera respirar. Everett se había rodado con ella para protegerla, y su cabeza le dolía por el impacto. Luego, Everett la levantó de un tirón y dijo:
—¡Corre conmigo!
Aurora no tuvo tiempo para pensar. Se inclinó, le agarró la mano y corrió en la dirección en que él la jalaba.
Los disparos resonaron nuevamente detrás de ellos, seguidos por los gritos de la multitud.
Aurora jadeaba por aire, sus piernas a punto de ceder, pero no tenía más opción que esforzarse y seguirle el ritmo.
Incluso un momento de demora podría significar ser herida, o algo peor.