Las voces angélicas del coro infantil se elevaban y flotaban a través de la iglesia.
—Están cantando tu canción, ¿vamos? —La voz de Merrick resonaba con una sonrisa alegre mientras ofrecía su codo cubierto de armadura a Dahlia para acompañarla por el pasillo.
Los demás ya habían empezado a caminar. Dahlia sentía como si de repente sus pies estuvieran hechos de plomo. Su corazón martilleaba en sus oídos mientras sentía que se daba vuelta en su pecho. Tomó otra respiración profunda para calmarse, como Faye le había instruido hacer antes.
Dahlia colocó su pie hacia adelante, dando el primer paso hacia su nuevo esposo mientras Merrick la ayudaba a caminar por el pasillo.
Una niña pequeña chilló de emoción cuando vio a Dahlia entrar en la nave de la iglesia.
—¡Mira mamá, es la novia! —exclamó en voz alta, señalando con el dedo a Dahlia.
Al sonido del entusiasmo de la niña, toda la congregación volvió sus ojos para ver a Dahlia, la novia sonrojada.