El aire en los pulmones de Carter se desinfló mientras soltaba un pesado suspiro. —Dahlia, por favor mírame —suplicó, con sus ojos buscando alguna señal de reconocimiento de ella.
Ella finalmente levantó la cabeza para encontrarse con los suaves y azules ojos de Carter. —Tu pasado es lo que te ha convertido en la persona fuerte, cálida y vivaz que eres hoy.
—No te consumió vivo ni te escupió. En cambio, lo dominaste, recordando los tiempos difíciles y aprendiendo a aprovechar al máximo los buenos.
—Eso es lo que significará para mí ver tu pasado y nada más.
—Demonios, no puedo imaginar lo que vas a pensar una vez que veas el mío. Confía en mí, Dahlia, mi historia —bueno, digamos que no es una vista bonita.
Se acercó más, y esta vez, Dahlia no retrocedió. Sus lágrimas cesaron, y Carter alisó su cabello con su mano, amándola con sus ojos.