Dahlia se puso de pie y sacudió su pelaje marrón chocolate una vez más, eliminando cualquier residuo desagradable de él. Estaba asombrada de cómo funcionaba el cuerpo de su loba. La sensación de la tierra helada y dura debajo de sus garras y patas la impulsaban a correr.
Era asombroso lo sintonizada que estaba con el mundo exterior a su alrededor. El olor de la caza salvaje estaba impulsando sus instintos a forrajear en la naturaleza.
Y... De repente, se dio cuenta de lo hambrienta que estaba.
Era una necesidad que sobrepasaba cualquier otro deseo que tuviera en ese momento. La necesidad de alimentarse. Todo lo que ella y su estómago vacío querían era comida.
Levantó la vista hacia Carter y se preguntó si él sentiría lo mismo después de su transformación.
Carter notó la expresión del lobo de su compañera y la baba que goteaba de la comisura de su boca.
—¿Tienes hambre? —le preguntó con curiosidad. Ya sabía cuál sería la respuesta de su compañera.