OBSCURA NOCTIS - PARTE 2

Ocultos bajo la maleza congelada y nevada y arrinconada como lo había estado el ciervo anteriormente, Dahlia olió el penetrante hedor a muerte llenando su hocico una vez más.

Sus ojos de tono esmeralda espiaron sobre el cadáver del ciervo que la camuflaba, y tembló de terror ante la visión frente a ella.

Un espectro con túnicas negras y fluidas pasó por su lado, sin notar que ella se ocultaba de él. Pero detrás de él seguía una mujer con túnicas blancas inmaculadas y contrastantes.

Cuando Dahlia pudo ver mejor, notó que la carne de las mejillas de la mujer se había tornado gris y negra por la descomposición.

El aura que desprendía dejaba claro que debía mantenerse alejada.

Incluso notó hueso blanco asomándose bajo la carne colgante de su cuerpo. La mujer de blanco apestaba al hedor de putrefacción y muerte.

De allí provenía el olor potente.