El día había sido una interminable secuencia de trabajo, deberes y reuniones para el Duque. Era muy tarde en la noche cuando regresó a su habitación.
Sus manos estaban llenas de libros y documentos. Había venido a ver cómo estaba Faye antes de hacer más investigaciones en su estudio.
Cuando abrió la puerta del dormitorio, Sterling la encontró sentada en la mesa de té, dormida, con una cena intacta que se había enfriado hace mucho tiempo frente a ella.
Sus cejas se fruncieron cuando pensó que había estado esperando toda la tarde para que se uniera a ella en la cena.
Dejó los libros en la mesa junto a la puerta y entró en la habitación, acercándose para observar mejor a su esposa dormida.
Sus sospechas pronto fueron confirmadas por una vocecita de mujer que le cortó los oídos.
—La Duquesa ha estado así desde que se sirvió la cena —dijo Mielle. Colocó la maleta empacada de Faye en la esquina.