—Además, ahora lleva tu hijo, ¡no puedes simplemente abandonarla!
Al escuchar las palabras de su madre, Ruan Tianling solo soltó una ligera risa, sin prestarles atención en absoluto.
Si hubiera sido en el pasado, quizás habría sido cauteloso sobre la reputación y la imagen de Yan Yue. Pero ahora, no le importaba esa mujer en absoluto.
Ella era responsable de la muerte de su hijo. Esto era algo que él no podía soportar.
Los ojos de Ruan Tianling se volvieron fríos mientras recogía su ropa y se dirigía hacia la salida.
—Tianling, ¿a dónde vas? ¿Escuchaste lo que acabo de decirte? No puedes divorciarte de Yan Yue, ¿me escuchas...? —gritó su madre.
Ruan Tianling salió a grandes zancadas de la villa, dejando atrás la voz de su madre muy lejos.
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Jian Yufei caminó durante mucho tiempo cargando su maleta, sin detenerse hasta que estaba cansada y no podía continuar más.
Al girar la cabeza, aún podía ver la villa blanca de Ruan Tianling.