Lyla
—Te voy a extrañar —susurré a la Niñera que tenía una sonrisa tranquila en su rostro mientras me acariciaba la espalda confortadoramente.
Debía de haberla abrazado mil veces ya. Hoy nos íbamos de la Manada Luna Blanca de vuelta a Cresta Azul y me sentía nostálgica. Para empezar, la Niñera no iba a venir conmigo, ya que ella volvería con las sacerdotisas al Templo de la Luna en la manada de las Puertas Doradas.
La Madre Liora seguía enferma y parecía preferir a la Niñera antes que a cualquiera de las otras sacerdotisas. Aunque ella había prometido que, tan pronto como la Madre Liora se recuperase, se uniría a mí en Cresta Azul. Sabía que eso era casi imposible.
Después de todo, no había venido a visitarme todo el tiempo que estuve allí. Pensar que ya habían pasado tres meses desde que llegué, pero ya se sentía como una década. Después de despedirnos, empezamos a movernos.