Lyla
Se quedó callada, conteniendo las lágrimas. —Por eso estaba dispuesta a dejarte llamar a otra mujer, madre. Porque no soy nada, Lyla. No tenía nada. Sin padres, sin herencia, no estaba afiliada a ninguna manada y oh, tu padre... —se rompió en lágrimas—. Él te amaba, Lyla. Todo lo que hizo, todas las veces que te maltrató lo hizo porque tenía que apaciguar a su compañera, ¡pero tu papá nunca te odió!
—¡No! —Sacudí la cabeza mientras las lágrimas llenaban mis ojos de nuevo—. No intentes defenderlo porque lo amabas. No quiero oír. No quiero escuchar nada más.
Me di la vuelta y empecé a alejarme.
—¡Lyla! —corrió tras de mí—. Por favor, no puedes irte así.
Me giré para enfrentarla, mi corazón se rompía una y otra vez. —No quiero volver a verte, Niñera. ¿Me oyes? Aléjate de mí.
Sus manos se cerraron firmemente alrededor de las mías. —Lyla, por favor. No hagas esto. No me excluyas.