—¿Esas perras te están menospreciando, Nat? —preguntó Cathy, casi apuñalando la carne con su tenedor.
Natalie continuó comiendo en silencio mientras observaba a Charlotte en la pantalla. Eso le recordaba las palabras de Justin: que esa princesa era un verdadero problema.
—Vas a ir a Belvorn. Si Briena es amiga de esa princesa, tienes que tener cuidado allí —comentó Mia.
Natalie emitió un murmullo en respuesta.
—Nat, ¿quieres que te acompañe? —preguntó Cathy—. Confía en mí, soy buena dando lecciones.
—No te preocupes, estaré bien —aseguró Natalie.
—Primero, ocúpate de tus propios problemas —dijo Mia juguetonamente—. Todavía estoy esperando el día en que dejes de atormentarme con quejas sobre Vincent.
—De repente esta carne sabe mal —murmuró Cathy, frunciendo el ceño mientras apartaba la carne—. Solo con escuchar su nombre es suficiente para que se me amargue la boca.
Mia y Natalie se rieron suavemente, disfrutando por una vez de la miseria de Cathy.