—¿Qué haces aquí? —preguntó Cathy con tono molesto, lanzando una mirada fulminante a los dos recién llegados.
—Oh, simplemente entramos en la habitación que habíamos reservado —respondió Briena con indiferencia—. ¿Acaso ustedes tres están en la habitación equivocada?
—Cathy miró a Natalie—. ¿No puedes hacer algo respecto a esta molestia que siempre aparece sin razón? ¿O quieres que me encargue yo de ella?
—Haz lo que quieras —respondió Natalie con calma, dando un sorbo a su café.
—Mia se rió suavemente y susurró a Natalie—. Nuestra chica parece estar en sus días.
—Mientras tanto, Cathy advirtió a Briena—. Ustedes dos están en la habitación equivocada, así que píerdanse antes de que pierda la paciencia. —Parecía que se le estaba acabando la paciencia—. Recuerdas de nuestros días de escuela lo que pasa cuando me enfado mucho.