La mañana siguiente, Natalie aterrizó en la Ciudad Imperial. Justin había partido a un lugar donde todavía tenía trabajo pendiente, pero le aseguró a Natalie que volvería pronto.
Tan pronto como llegó al aeropuerto, los reporteros ya la esperaban. Sin embargo, Justin ya había asignado numerosos guardaespaldas para asegurarse de que no la molestaran. John y Ryan solos no eran suficientes—dado su estatus de princesa, los reporteros no iban a dejarla en paz nunca más.
—¡Señorita Natalie! ¡Señorita Natalie! —los reporteros llamaban, tratando de obtener su atención mientras los guardaespaldas los mantenían a raya.
Natalie se detuvo en su lugar, dándoles la oportunidad de hablar.
—Señorita Natalie, usted es la Princesa de Belvorn. ¿Qué se siente convertirse en una Cenicienta de la noche a la mañana?
—Señorita Natalie, ¿siempre fue consciente de que era una princesa y actuó de manera altiva incluso en sus momentos bajos?