Un ladrón a un esclavo

El jefe del pueblo visiblemente se estremeció ante la réplica contundente, su mano alcanzando instintivamente su pecho como si anticipara el peso de las consecuencias inminentes.

Siempre hay consecuencias para las acciones de uno, aunque los aldeanos parecían creer que Xu Zeng era un pase libre para acosar.

Xu Zeng observaba la escena desde las afueras con un torbellino de emociones. Sus ojos se movían entre Xu Hu Zhe y Bai Mo, y los aldeanos reunidos, todos esperando ansiosamente el próximo giro de los acontecimientos.

Desde los supuestos padres hasta los antiguos vecinos, todas las miradas estaban fijas en el drama que se desarrollaba, ávidos de chismes y deseosos de entender por qué sus esperanzas de prosperidad se veían de repente amenazadas.