Lealtad, Parte Veintiocho

—Melisa despertó con la luz del sol clavándose a través de sus párpados y el agradable dolor de un cuerpo completamente follado. Varios fluidos se habían secado en su piel morada, marcando cada lugar por donde la boca y las manos de Vira habían estado... Que básicamente era en todos lados.

—«Nota para mí», pensó confusamente, «quizás no intentar igualar trago a trago a una puta veterana mientras también tratas de mantener tu tapadera como espía».

—El cuerpo desnudo de Vira estaba presionado contra su espalda, un brazo dominante sobre la cintura de Melisa. Sus suaves respiraciones le hacían cosquillas en el cuello a Melisa, reviviendo recuerdos de cómo esa misma boca la había hecho gritar la noche anterior.

—«Bueno... Esa fue una noche.» Sacudió la cabeza, inmediatamente arrepintiéndose del movimiento ya que la resaca se hizo presente. «Dejando eso a un lado, sin embargo, estás aquí por información, no... lo que fuera esa cosa que hizo con su lengua».