Lealtad, Parte Treinta

—¡Correcto! Tiempo de ver qué piensa papá sobre este tipo Rax. —pensó Melisa mientras se ponía en marcha.

Melisa se aventuró por las calles temprano en la mañana de Syux. Recibió algunas miradas mientras avanzaba: algunos porque la gente la reconocía como Melisa Llama Negra, esa chica de la academia; algunos por sus crecientes tetas; algunos porque probablemente tenían miedo de que intentara atacarlos o algo así.

—El último número está siendo un poco alto para mi gusto. —pensó Melisa—. Necesito ayudar a Aria a solucionar esto lo antes posible.

Mantuvo la cabeza baja por un rato hasta que se chocó con alguien.

—Oof.

—Ah, uh —el hombre con el que se chocó puso las manos en su hombro para estabilizarla—. ¿Mi... Melisa?

—¿Qué? —Melisa levantó la vista.

—Oh, papá.

...

Se miraron el uno al otro por un instante.

Melisa rió.

—Oh mierda, oh vaya, ¡justo iba a la casa de Kimiko! —declaró Melisa.

—Ohhh vaya —Melistair parpadeó un par de veces—. Yo estaba a punto de ir al trabajo.