Lealtad, Parte Cuarenta y Cinco

Melisa se recostó en su silla, observando a Isabella hacer una cara confundida y ligeramente irritada.

—Entonces déjame entender esto bien —dijo Isabella, con las orejas temblando de agitación mientras apoyaba su cabeza en el regazo de Kimiko—. Tus nuevos amigos rebeldes nim están planeando atacar mi casa, ¿y quieres que nos sentemos aquí a esperar que suceda? Ya te conté lo que vi —continuó Isabella—. Estaban explorando la casa. ¿Realmente no podemos pasar al ataque?

Melisa suspiró.

Kimiko, rascándole una de las orejas de zorro a Isabella con sus enormes pechos prácticamente saliéndose de su bata, resopló.

—Creo que Melisa tiene razón en querer esperar, de hecho.

—¿Qué? ¿Por qué? —Isabella la miró.

—Porque nosotros —Kimiko hizo un gesto hacia todos ellos—, entrar directamente en un bar nim y reducirlo a cenizas junto con todos los demás allí probablemente no haría mucho para rehabilitar la imagen de Melisa ante su gente, Bella.