De regreso en las residencias estudiantiles

El sol ya se estaba poniendo cuando Melisa y Cuervo regresaban a los dormitorios. Después de semanas de estadía en la mansión de Javir o en casa de Isabella, los terrenos de la academia se sentían a la vez conocidos y extraños para Melisa, como una camiseta favorita que ya no queda del todo bien (lo que, por supuesto, dada su creciente pecho, era una sensación que conocía bien).

—Se siente raro, ¿verdad? —dijo Melisa mientras se dirigían a su habitación—. Volver aquí después de todo.

Cuervo la miró, con expresión cuidadosamente neutral como siempre.

—Es solo una habitación.

—Claro. Solo una habitación donde no ha pasado nada. Totalmente normal.

La comisura de la boca de Cuervo se movió. No era una sonrisa, pero con ella era lo suficientemente cerca como para que Melisa lo contara como una victoria.