La tiza de la profesora rechinaba contra la pizarra negra. El sonido debería haber sido lo suficientemente irritante como para mantener la atención de Melisa, pero su mente había vagado lejos del aula.
«Han encontrado tres refugios nim más, lo que hace qué, ¿siete en total ahora?», suspiró. «Me pregunto si Vira todavía está bien».
Los ojos de Melisa se vidriaron mientras miraba las intrincadas líneas de tiza sin realmente verlas.
Había pasado un mes desde el incidente de Koros, y aún no podía conseguir que su cerebro se concentrara en "la vida normal de una estudiante" por más de diez minutos seguidos.