—¿Qué has dicho? —Olga se sentía como una joven al tener que repetirlo. Su rostro ardía.
—Esa señora está teniendo extrañas alucinaciones. ¿Estamos seguras de que le estamos dando la medicina correcta? —preguntó con voz nerviosa cuando los ojos de Hazel se agudizaron—. Me prometiste que no le harías daño en realidad. Solo te asegurarías de que su gracia se diera cuenta de que no era adecuada para ser la duquesa y la dejara.
A Hazel le estaba empezando un dolor de cabeza. A veces Olga era tan fácil de manejar, pero otras veces podía ser una mujer luchadora.
—Quieres decir que gimió en la habitación vacía otra vez, como lo había hecho en el comedor, y su respiración. —Hazel también había estado muy sorprendida en el comedor. Lo había confirmado una y otra vez, pero Damien estaba sentado a distancia y ni siquiera le dedicó una mirada a Eva hasta que ella empezó a emitir sonidos extraños y a moverse en su silla.