El encanto de la noche siempre había embotado la mente y fortalecido el corazón. La falta de sueño evoca en la mente un extraño químico que intensifica las emociones y debilita la lógica.
Eva había oído eso una vez, pero nunca lo creyó hasta ahora, que estaba sentada frente a Damien y él la estaba ignorando, encontró que las palabras no podían ser más verdaderas.
Cómo deseaba abrazarlo y besarlo hasta dejarlo sin aliento y sin pensamientos. Donde sus pensamientos no le preocupaban. Podría estar pensando en el niño. Estaba segura de ello, o no había nada más que pudiera preocuparlo.
Sus manos instintivamente alcanzaron su vientre. No te preocupes Eva, él sigue pensando. Si hubiera sido otro hombre, ya la habría obligado a abortar.
Él todavía estaba pensando y, ¿qué tenía de malo que encontrara indeseable el hijo de otro? Forzó una sonrisa en su rostro y cerró las ventanas, luego las corrió con las cortinas.