Philip sonrió a Hazel. Sus ojos pasaron de su rostro a otras partes de su cuerpo, deteniéndose en sus pechos por demasiado tiempo antes de moverse a sus piernas. Su vestido estaba manchado de barro ya que había casi corrido hasta aquí. Había perdido tanto tiempo negando su dilema. Luego tuvo que esperar a que Archie se retirara a su habitación. Solo entonces pudo venir aquí.
—Llegas tarde, Hazel. —habló suavemente, pero ella sería una tonta si creyera en su voz. Era una serpiente vestida de oveja. No sabría cómo murió si se acercaba demasiado a él.
—Estaba esperando que los pasillos se despejaran, su alteza. Pensé que preferiría discreción. —forzó la sonrisa a permanecer cuando él levantó una ceja y sus labios se torcieron en una sonrisa burlona.
—¿Quién me juzgaría en mi propia casa, Hazel? Todos saben que tengo un gran apetito. Y nunca desperdicio comida. —la vergüenza la golpeó fuerte. Él la estaba llamando comida, un objeto que no tenía puntos de vista ni merecía respeto.