—Debes haber estado segura de que ibas a ganarlo. ¿Verdad? ¿Cómo convenciste a su majestad para que te ayudara? —Harold bloqueó el paso de Eva cuando ella salió de la habitación privada donde Carmen la había llamado.
Sus ojos ardían con ira y traición.
—Entendí cuando elegiste a la bestia maldita para vengarte de mí, pero ahora ¡estás seduciendo a su majestad! ¿Tienes algún respeto por ti misma, Evangelina? ¿No sabes lo peligrosa que puede ser la familia real? —Sus manos fueron hacia sus hombros para sacudir su cabeza, pero ella retrocedió antes de que pudiera tocarla.
—Retrocede —ella lo advirtió con ojos fríos—. O lo lamentarás —él levantó una ceja con diversión y se rió entre dientes.