Protegiéndola

—¿Dónde están Ian y Cotlin? —preguntó Eva una vez que Damien la había colocado en la cama y se sentó al otro lado de la cama. La miraba como si se hubieran encontrado después de un siglo. Su mirada la hacía moverse incómodamente en la cama. Él frunció el ceño de inmediato.

—Podrían estar en cualquier parte de este enorme mundo. No son niños para que yo les haga de niñero. —Eva rodó los ojos. Ella tampoco era una niña. Pero estaba segura de que él la había estado buscando durante siglos.

—Les he pedido que esperen en la puerta y traigan gente para que vean cómo Harold me secuestró y me estaba golpeando. —Los ojos de Damien se entrecerraron al oír la palabra golpeando. Él sujetó sus brazos y frunció el ceño.

—¿Ese escoria te golpeó? —ella pausó y parpadeó. ¿No debería preguntar primero cómo se quemó Harold? Nunca podía entender cómo la mente de Damien siempre encuentra la forma de ponerla a ella primero. Pero el pensamiento siempre derrite su corazón.