—Eva abrió la puerta cuando Ian no entró en la habitación en media hora. No había nadie afuera. Sus ojos comenzaron a opacarse lentamente y su cuerpo se balanceaba suavemente. Su furia le había dado fuerza y por primera vez no la había olvidado. No se desmayó y borró esa parte de su memoria.
—Miró sus manos con incredulidad cuando no había señal de quemadura. ¿Cómo podría ser posible? Recordaba que su cuerpo estaba ardiendo, sus dedos estaban ardiendo y Harold captó ese fuego. Pero no logró explicar cómo empezó el fuego.
—Un momento quería que Harold matara y al siguiente, sus manos comenzaron a arder. Continuó caminando lentamente ya que sabía que la habitación pronto estaría rodeada de invitados al oír los gritos de Harold.