Infierno

Olga se quedó frente a la puerta durante mucho tiempo, pero la puerta no se abrió. El miedo llenó su corazón. ¿Y si alguien la notara allí?

Llamó de nuevo a la puerta con manos temblorosas.

—Señora Hazel, estoy aquí con nueva información —susurró, esperando que eso atrajera a la mujer para abrir la puerta. Pero no lo hizo, nadie lo hizo.

Maldiciendo, Olga decidió regresar, solo para ver a un hombre extraño bloqueando su camino. Frunció el ceño y levantó la cabeza con altivez.

Aunque solo era una criada, pertenecía a la familia Alancaster. Siempre había estado orgullosa y era arrogante al respecto.

—¿Eres tú la que sirve a la duquesa? —preguntó el guardia con un ceño fruncido mientras la miraba. La mitad de su rostro estaba cubierto con un velo oscuro.

Ella parecía bastante desagradable. Sus expresiones cambiaron al notar más y más de ella.