—¡Ah!
Los jugadores soltaron gritos de sorpresa mientras se apresuraban a alejarse lo más posible del rayo carmesí que había caído entre ellos, así como del desafortunado jugador que había sido golpeado accidentalmente.
El hombre se detuvo en seco, con una expresión completamente en blanco porque su mente aún no había asimilado la situación actual. Luego miró hacia abajo, captando el escalofriante resplandor escarlata que envolvía todo su cuerpo, y su rostro se torció abruptamente en una expresión de puro horror.
—Ay... ayuda... —intentó alcanzar al jugador más cercano a él en un desesperado ruego de salvación, solo para que dicho jugador se echara para atrás con miedo.
—¡No! No... no te acerques. ¡Aléjate, monstruo!
—¿M... monstruo...?