Tiempo Límite

Cuanto más se acercaban al centro de la ciudad, más criaturas muertas encontraban y el daño creciente a los alrededores se intensificaba. Cuando finalmente llegaron a la ubicación del Abuelo, fue a tiempo para escuchar a otros jugadores agradeciéndole repetidamente, casi postrándose a sus pies.

—¡Gracias… muchas gracias por salvarnos la vida!

—¡Sí, estaríamos perdidos sin ti!

—¡Eres mi salvador, Abuelo! ¿Cómo podría pagarte alguna vez?

En respuesta a esta abrumadora demostración de agradecimiento, el Abuelo simplemente agitó una mano de manera despectiva sin apartar la mirada del cielo ominoso que había comenzado a volverse de un carmesí sangriento.