Eco del Pasado (8)

En cuanto la manecilla del reloj marcó la una, Shen Nianzu entró en el ascensor. Para entonces, los rayos carmesí ya habían engullido la mitad de la ciudad, esparciendo ruina y caos absoluto entre la multitud. Las sirenas aullaban, gritos desesperantes perforaban el cielo, mezclados con los rugidos de las enormes criaturas y el fuego incesante de las tropas que luchaban contra ellas. El suelo bajo los pies de Shen Nianzu temblaba como si protestara por la inminente catástrofe, y las luces parpadeantes sobre su cabeza señalaban que pronto se cortaría la electricidad. Sin embargo, milagrosamente, el ascensor funcionaba perfectamente, llevándolo al cuarto piso.

Cuando las puertas de metal se deslizaron, la escena familiar del departamento de pediatría se desplegó ante sus ojos. A diferencia de otros pisos donde el papel tapiz era blanco puro, este piso estaba dominado por un color azul pálido adornado con varias ilustraciones de animales lindos, dando un aire infantil e inocente.