Eco del Pasado (7)

Cuando las dos criaturas entraron en su radar, Shen Nianzu activó rápidamente su carta de habilidad, «El Dominio del Dios del Mar», y el paisaje a su alrededor cambió en un abrir y cerrar de ojos. El camino desolado y el mundo bañado en un extraño resplandor carmesí desaparecieron, reemplazados por un fondo marino interminable que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. El baile etéreo de la aurora boreal pintaba luces centelleantes por el paisaje marino, llenando el aire con un refrescante aroma a sal. Shen Nianzu mismo no estaba por ninguna parte.

Las dos criaturas tentaculares, que perdieron de vista a su objetivo, estaban confundidas.

—¿Dónde... dónde está...?

Un golpe de viento sopló detrás de ellas, pero ya era demasiado tarde cuando se dieron cuenta de lo que estaba ocurriendo. ¡Shen Nianzu bajó su espada, cortando todos los tentáculos de la primera criatura!

—¡AHHH!