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Los tres siguieron al Abuelo dentro del edificio lo suficientemente espacioso como para rivalizar con una posada. Al atravesar los marcos de las puertas adornadas con elaboradas tallas de madera, fueron recibidos por un opulento vestíbulo que los dejó maravillados. Las paredes estaban adornadas con intrincados patrones de dragones y fénix, mientras la suave luz de las linternas bailaba sobre los muebles lacados, resaltando las curvas graciosas y los delicados detalles de las piezas antiguas. El aire estaba impregnado con la sutil mezcla de incienso y madera envejecida, y sus pasos crearon un eco suave en el suelo de baldosas mientras el Abuelo los guiaba hacia la escalera principal.